El 25 de agosto de 1951, cinco profesores y un post-graduado vieron una formación de luces brillantes que volaban velozmente por el cielo. Estimaron su velocidad en unos 2.900 kilómetros por hora a una altura de unos 1.500 metros. Los escépticos afirmaron que las luces eran los reflejos de los vientres de una bandada de patos; lo curioso es que volaban a más de 200 kilómetros por hora.
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